Marcelo:
El acto de la explanada de la intendencia fue muy hermoso. Naturalmente todo lo dicho tocó fibras emocionales muy fuertes. Tú, leyendo esa suerte de homenaje a los grandes escritores que tanto supieron acompañarnos y contando intimidades de tiempos viejos y nuevos.
El Bicho, mostrando facetas que desconocía, simplemente, porque tuve la suerte de no conocer el segundo piso.
A Rosemberg lo conocía de la televisión, cuando junto a otros jóvenes crearon, en canal 10, “Cerrá y Vamos”, estupendo programa deportivo juvenil, que vaya a uno a saber qué intereses tocó, que hace años lo borraron.
Justamente, quiero detenerme en sus comentarios, porque tienen la virtud de poner sobre el tapete, la visión de un joven sobre nosotros, sobre la cana, sobre ciertos valores, que comúnmente no veo expresado y sobre todo porque resultó gratificante.
Pero gratificante a un nivel distinto.
No se trata aquí de la admiración, por la forma o más simplemente el hecho de haber bancado.
En puridad, tú y yo sabemos que no quedaba otra, así que no es mucho mérito salvar una circunstancia, más allá del tiempo que duró la misma.
Se trata, creo, lo de Joel, del reconocimiento de una buen administración de la desgracia. Eso que es difícil y que todos los presos fuimos aprendiendo en su momento. Dar vuelta la pisada, utilizar algo que era jodido en sí mismo (la pérdida de la libertad) para desde allí, crecer, aprender, vivir , vivir hermano.
Por eso resulta risueña la “envidia” que Joel reconoce, dentro de la gran paradoja. Y sí, también se extraña.
Porque claro, afuera, en la lleca, en la vida de todos de todos los días, las más de las veces el tiempo prepotea y no te da alce o no sabemos como hacernos un huequito; huequito para leer y comprender, para que tus manos también se expresen en una manualidad necesaria y compleja; huequito para oír y estar atentos a las necesidades del medio e intentar solventar lo que se venga a como dé lugar.
Entonces era bueno decir lo que el Bicho reconoce: se puede , por supuesto, recordar con alegría, circunstancias que pudimos vivirlas con dignidad, pero también, agrego yo, con ideas y sensibilidad, que explican de algún modo la dignidad.
Hubieron circunstancias que favorecieron el resultado: los más éramos jóvenes; compartíamos objetivos; teníamos ideas claras, al menos, en los grandes temas; éramos hijos de una sociedad, todavía solidaria y dábamos amor a bochas, amor para regalar, para regalarnos, el que recibíamos de arafue y el que se generaba adentro y sostenía entre rejas.
¡Cómo no recordar con alegría ese pasado! Si hasta alguno se puso a escribir y sacó un boniato bárbaro, numerado y todo.
Salud Marcelo y gracias.
HUgo
P.D. Ah, me olvidaba, para el próximo libro conseguí una carpa más grande.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario