lunes, 3 de diciembre de 2007

Desde Portugal

Querido Marcelo:

Mais uma vez me proporcionaste momentos de agradável leitura.A tua escrita clara, inteligente e o teu inegualável sentido de humor prendem qualquer "desocupado leitor" da primeira à última página.A mim prendeu.
Demorei mais tempo do que previa ( está descansado que ninguém passou fome aqui), porque o teu livro avivou na minha memória muito do que se passou e muito do que vivi, antes e depois da Revolução de 25 de Abril de 1974, em Portugal.Ouvi e li muitos testemunhos da vida na prisão, das torturas, das mortes...mas nenhum como o teu. Admirável! Como o consegues, não sei. Talvez por seres uma pessoa muito especial, com uma força interior e uma integridade que admiro e respeito.
  
Um beijo grande.
Céu

lunes, 12 de noviembre de 2007

Gracias

Sr. Estefanell:
quiero agradecerle por varias cosas: por haber escrito un libro de prosa tan lograda, de contenido tan sincero y de inexistentes goles bajos, al negarse —voluntariamente— al regodeo del dolor.
Por el adiós sentido a cada uno de los que ya no están y por llevarlos puestos en el alma desde donde estén.
Por compartir algo tan propio, tan personal y, sin embargo, magníficamente transferible, porque al llorar como lloré cuando terminé de leerlo, atrevidamente me apropié de un pedazo de la historia con minúscula, de cada uno de de esos hombres y mujeres.
Por la dignidad, por el coraje, por el discurso en el Supremo Tribunal Militar, por las palomas, por la capacidad de comprender.
Y, sobre todo, porque de alguna manera, la lucha de ustedes, lo que creen en un mundo mejor, siempre es para legárnoslo a los que venimos atrás.
Por todo eso, gracias Marcelo Estefanell
Simone

Un regalo para mi hija

Hola Marcelo:
 
Si me animo a escribirte es porque luego de haber asistido a la charla presentando tu libro —invitada por Claudia Amengual, profesora de un taller que integro—, lo leí el sábado pasado cuando mi marido me “cedió la posta” al terminarlo adelantándome que me iba a gustar mucho.
 Luego  envié a Claudia un correo con los comentarios.  Como fuimos varios  del taller que lo leímos y que le hicimos comentarios elogiosos en clase, nos dió tu dirección de tu correo argumentando que te gustaría recibirlos.
 No es el primer libro que he leído sobre este tema. Recuerdo perfectamente el primero: “Las manos en el fuego”, de Ernesto González Bermejo, en el verano de 1986; todavía lo guardo. Incluso, uno que nos regaló  Mauricio (familiar de amigos nuestros, y cliente del estudio de mi esposo): “Las cartas que no llegaron”, no trata de esto pero dedica también, si mal no recuerdo, una parte a este tiempo del que nunca habla en reuniones, más bien lo evita. En una actitud, por lo que pude percibir en tu charla, muy diferente de la tuya, por mi parte, creo, más natural y hasta sana, me atrevería a decir.
 En cuanto al libro me asombró, por un lado, el enfoque, la apertura del relato liso y llano, como el de un triste y largo tiempo de vida así vidido pero no perdido, sino siempre buscando dentro de las limitadas posibilidades, de ganarlo al enemigo, con una firme y útil forma de resistencia.
 No soy psicóloga ni psiquiatra pero de “la mirada neutra” y alguna otra actitud asumida de abstracción ante la agresión y adversidad, me recordó lo que una vez me dijo una psiquiatra y me dí cuenta con el tiempo que era realmente cierto: “la ignorancia y la indiferencia son la peor forma de destrato de un ser humano hacia otro”. En cierta medida, con esas actitudes tu y tal vez  otros supieron destratarlos mucho más hábilmente de esa forma, que entrando en otras, inútilmente rebeldes. Claro,  era cuestión de diferente medida, de nivel intelectual, y eso también queda demostrado en tu libro: puede volverse un arma, una buena forma de defensa.
 Otra cosa, pienso que como a todo el mundo la capacidad que paulatinamente desarrollaron —por lo menos en tu caso (ojalá hayan sido varios)— de adaptarse a las circunstancias y encontrar, incluso, si cabe la palabra, formas de disfrutar lo que podían, creo que maximizándolo y haciendo lo inverso con la suma de maltratos y brutalidades recibidas a diario como moneda corriente de parte de todo el personal al que estaban sometidos, resulta asombrosa.
 El alegato recurriendo a Horacio Quiroga como base a la hora de declarar, me parece, fue una gran batalla ganada dentro de tanta injusticia, debe de haber tenido un enorme valor para tí, como el de haber aprobado el exámen conociendo un tema mejor que el profesor que lo está tomando y, además, queda en evidencia.
 Y por otro lado la forma de abordar los momentos amargos sin negaciones, sin evaciones, manejándolos como  duelos que no dan lugar a otra cosa que un espacio de asumirlos reconociendo lo sufrido, y hasta el recurso del lápiz y el papel es otra natural, humana y sana forma de sobrellevarlos y transitarlos, cuando la situación ya no permite otra alternativa. Como si te lo hubiera aconsejado un psicólogo (no de los de Libertad, claro): “Poner los sentimientos en palabras —ya sean dichas o escritas— hace que el dolor se vuelva más llevadero”. Vi morir a mi padre, estuve junto a él toda su última mañana y, sin que nadie me hubiera explicado esto, tuve la necesidad de escribirle inmediatamente después de su muerte mis sentimientos y muchas cosas que recordé de su presencia en la familia,  y guardar una carta que sabía nunca  leería y, sin embargo, tenerla es como uno de los recuerdos que más guardo de papá; entonces me acordé de esto también al llegar a este momento de tu libro.
 Y la alegría rotunda que transmite el final, llegado el momento de la liberación, deja una sentimiento de alivio y de que, así como lo sufrido, soportado y resistido va cargado en la mochila, valió la pena; para que así pudiéramos disfrutar tanto los que pudieron llegaran a ese momento como nosotros al de saberlos liberados. También la lectura completa a esa altura cobra una especial dimensión cuando a través de tu forma de relatarlo se recuerda y reviven esas instancias.
 Por último, me deja una sensación de  actitud desprendida de rencor o resentimiento, pero sí de especial interés, pasado el tiempo y con la posibilidad de ver las cosas con la calma o madurez —o perspectiva— aún más reflexiva, que eso permite querer dedicar un libro y el tiempo de escribirlo para que todo lo pasado en ese período no se pierda, al contrario, y tu granito de arena para que ello no ocurra quede expuesto cuando la memoria aún te permite (como dijiste) hacerlo sin omisiones.
 Me gratificó haberlo leído, me llegó como préstamo pero ya lo he comprarlo con el propósito de motivar nuestra hija —que no vivió esos años— a que se aproxime y pueda entenderlos desde un punto de vista que me parece, además, capaz de interesar a una adolescente sobre lo ocurrido más que como los fríos datos históricos. Que aunque nos parezca mentira,para ellos lo son.
 Estas cosas he pensado después de leerlo, y teniendo gracias a Claudia tu mail no quiero dejar de hacértelos llegar.
 Un abrazo
 Renée Domínguez Serres
 

viernes, 9 de noviembre de 2007

Publicado en la revista Dossier, Nº 5

Libre y fuerte como paloma intrépida


Marcelo Estefanell (Paysandú, 1950) estuvo preso 13 años en el Penal de Libertad por motivos políticos. El hombre numerado, su tercer libro es uno de los ‘resultados’ de su reclusión. Organizado como una suma de textos diversos unidos por esa circunstancia —la cárcel—, el lector se encuentra con el alma libre de un hombre que ha estado preso y retrata, con certeza, reclusos y vigilantes.
La sencillez, la calidez humana, la falta de prejuicios y el humor están allí tanto como la ausencia de dramatismo. Ya desde la primera página el autor alerta que no ha escrito nada sobre su detención, ni sobre cuarteles, ni sobre torturas, ni sobre centros donde estuvo detenido, sino que tan sólo escribió lo que vivió y sufrió “en carne propia” mientras estuvo preso. ¿Cuál es la paradoja entonces? Para descubrirla, es necesario leer sus narraciones. Como adelanto vayan estas consideraciones: con leve ironía por momentos, con infinita humanidad en otros, con una enorme capacidad para apreciar la ‘otredad’, donde quiera que ésta emerja o se manifieste, y siempre con una aurelola de sabiduría que recuerda a Victor Frankl, el autor de El hombre en busca de sentido, libro que recrea la vida de éste en un campo de concentración y el espirítu de los que lograban sobrevivir, Estefanell escribe para la memoria tanto como para la apertura de la mente y del corazón. Y por supuesto para el disfrute.
Desde 1991 es editor gráfico, administrador de redes y jefe de sistemas del semanario Búsqueda. Es también autor de Don Quijte a la cancha (2003) y El retorno de don Quijote, Caballero de los Galgos (2005, premio Bartolomé Hidalgo).
Dicen que mientras estuvo preso, además de calentar agua con un sun para el mate de todos los reclusos, aprender música y domesticar palomas, leyó 1.600 libros. Debe ser verdad.

Melisa Machado

viernes, 19 de octubre de 2007

De Claudia Amengual

Acabo de terminar tu hombre numerado, Marcelo. Lo que diga va a quedar muy chiquito, pero algo quiero decir. Ya te habrán comentado que es un libro entrañable, cálido, pero sobre todo, es un libro valiente. Pudiste haber elegido el camino de la victimización —que era legítimo, por otra parte—, pero preferiste el camino de la ternura. A mí me conmueve eso. Me conmueve y me interpela que, con derecho al resentimiento y a la revancha, optes por el amor. Pero no un amor boludo, eh, sino un amor inteligente, con polenta, el mismo que te recibió en los brazos de tu familia cuando saliste y el que vos elegiste
para seguir adelante; amor por la vida, se le llama, con todo lo hermoso y triste que tiene. ¿O será pasión?

Claro que me emocionó el final, cómo no iba a tocarme, pero ¿me creerás si te digo que se me apretó el alma cuando aquellos bestias rompieron a garrotazos el nido con los pichones? Andá a saber por qué entre tanto horror me emocionaste
con eso. Quizá porque de esas cosas chiquitas está hecho también el aguante. Y quizá no fue sólo por vos y por las palomas, sino por los tipos que se perdían la belleza de ese momento, que no entendían nada. Por todos, Marcelo, creo que
me puse triste por todos. Porque esas goriladas siguen pasando,lamentablemente, con cada falta de sensibilidad, con cada atropello a los derechos; todavía hay mucho por hacer.

Ni te digo cuando hablabas de los libros, y de los textos propios que te robaron. Sin embargo, nunca lo que uno escribe es palabra perdida. Al menos, sirve para aflojar la mano y adelantar en el oficio. Pero, de todos modos, ¡qué
ultraje! Dejame contarte que no he podido entrarle a Joyce y que "Las palmeras salvajes" me superaron. Seguro que no estoy pronta, todavía. Ya me ha pasado con otros textos. "Rayuela", por ejemplo, que alguna vez cerré con mal humor y
ahora es mi libro adorado. A mí también me salvan la escritura y la lectura; sin duda que me salvan.

Nada más, Marcelo. Me alegro tanto de haberte leído, y de conocerte. Gracias por todo; también por haber querido un país mejor (que también era para mí y para mis hijas) y haber pagado con años de tu vida por eso. Gracias, porque, en el error o en el acierto, no te quedaste en la retórica y le pusiste el cuerpo a las ideas. Yo no sé si sería capaz de tanto, de verdad no lo sé. Aunque supongo que sí, que si hubiera tenido edad suficiente en aquel momento, habría resistido de algún modo. No entiendo la vida sin libertad. Y la honestidad, me refiero a la honestidad de vivir de acuerdo con las propias ideas, es el valor
que más aprecio, y de eso hago cuestión, aunque a veces (salvando las distancias) también me salga caro. Gracias por todo.

Beso.

Claudia

miércoles, 17 de octubre de 2007

Desde Suecia

Querido Marcelo:
Me alegra muchísimo que tengas un merecido reconocimiento. Y como uno es, además, camisetero viejo y pa´pior sanducero, se queda todo orgulloso!
A mí me conmovió mucho el libro y me trajo una montaña de recuerdos de todo tipo. Inger lo ha leído y le gustó mucho. Me preguntó por varias palabras
que leía por primera vez.
Estamos bien. Sigo trabajando con el proyecto.
Un abrazo enorme a ti y a tu compa!
Henry & Inger

Desde Italia

Hola (Marcelo) Mario!

Que alegría saber de tu libro y poder escuchar la entrevista que te hizo Gustavo en Océano. Realmente para la gente de mi generación (ya estoy llegando a los 30 aunque no lo crea! jaja) es muy importante todo lo que Uds. nos pueden enseñar y contar sobre lo que pasó en nuestro país, y más si son vivencias del tipo de las que contas en tu libro. En lo personal se me puso la piel de gallina cuando lo del "Negro", la guitarra, el "la" y su muerte... y bue, lo del termo y mate cuando terminó todo... sin palabras!!!!!. Admiro tu capacidad de no odiar... realmente la admiro, a mi me llena de indignación cada historia que contas...!!! Pero ojo, me mate de la risa con ese error del "novio equivocado"... jajaja... brillante!!!!!!
Un abrazo
Damiano

Presentacion en la Feria Internacional del Libro

Marcelo:
El acto de la explanada de la intendencia fue muy hermoso. Naturalmente todo lo dicho tocó fibras emocionales muy fuertes. Tú, leyendo esa suerte de homenaje a los grandes escritores que tanto supieron acompañarnos y contando intimidades de tiempos viejos y nuevos.
El Bicho, mostrando facetas que desconocía, simplemente, porque tuve la suerte de no conocer el segundo piso.
A Rosemberg lo conocía de la televisión, cuando junto a otros jóvenes crearon, en canal 10, “Cerrá y Vamos”, estupendo programa deportivo juvenil, que vaya a uno a saber qué intereses tocó, que hace años lo borraron.
Justamente, quiero detenerme en sus comentarios, porque tienen la virtud de poner sobre el tapete, la visión de un joven sobre nosotros, sobre la cana, sobre ciertos valores, que comúnmente no veo expresado y sobre todo porque resultó gratificante.
Pero gratificante a un nivel distinto.
No se trata aquí de la admiración, por la forma o más simplemente el hecho de haber bancado.
En puridad, tú y yo sabemos que no quedaba otra, así que no es mucho mérito salvar una circunstancia, más allá del tiempo que duró la misma.
Se trata, creo, lo de Joel, del reconocimiento de una buen administración de la desgracia. Eso que es difícil y que todos los presos fuimos aprendiendo en su momento. Dar vuelta la pisada, utilizar algo que era jodido en sí mismo (la pérdida de la libertad) para desde allí, crecer, aprender, vivir , vivir hermano.
Por eso resulta risueña la “envidia” que Joel reconoce, dentro de la gran paradoja. Y sí, también se extraña.
Porque claro, afuera, en la lleca, en la vida de todos de todos los días, las más de las veces el tiempo prepotea y no te da alce o no sabemos como hacernos un huequito; huequito para leer y comprender, para que tus manos también se expresen en una manualidad necesaria y compleja; huequito para oír y estar atentos a las necesidades del medio e intentar solventar lo que se venga a como dé lugar.
Entonces era bueno decir lo que el Bicho reconoce: se puede , por supuesto, recordar con alegría, circunstancias que pudimos vivirlas con dignidad, pero también, agrego yo, con ideas y sensibilidad, que explican de algún modo la dignidad.
Hubieron circunstancias que favorecieron el resultado: los más éramos jóvenes; compartíamos objetivos; teníamos ideas claras, al menos, en los grandes temas; éramos hijos de una sociedad, todavía solidaria y dábamos amor a bochas, amor para regalar, para regalarnos, el que recibíamos de arafue y el que se generaba adentro y sostenía entre rejas.
¡Cómo no recordar con alegría ese pasado! Si hasta alguno se puso a escribir y sacó un boniato bárbaro, numerado y todo.
Salud Marcelo y gracias.
HUgo
P.D. Ah, me olvidaba, para el próximo libro conseguí una carpa más grande.

Un canto a la vida

Sabés que hace un par de meses lei El hombre numerado.
Estuve varios días escribiéndote en mi cabeza y nunca llegué a concretar ninguno de eso correos.
Como todo, pasó, me reacomodé y seguí.
Ahora tu correo me avisa que puedo tener revancha de escribirte y hasta por ahí ir a darte un abrazo el sábado .
En principio cumplo con la primera: te escribo. Me sentí absolutamente comprendida en tu libro, reflejás lo que yo siento cuando recuerdo esa etapa de mi vida niña y adolescente del otro lado de las rejas. Un canto a la vida .
Gracias
Te quiero
Besos
Graciela

lunes, 10 de septiembre de 2007

Anna E

Hola Marcelo!

Soy la prima (4ª? 5ª? 6ª?) Anna y creo que soy la última de la familia Estafanell catalana que ha leído el libro y me ha encantado... Y te digo de la familia porqué mi pareja va a ser el siguiente y tengo una amiga que ya se ha puesto en cola para leerlo... Te contaré que yo soy muy lenta en leer libros y el tuyo lo he leido en una semana... Me he enganchado desde las primeras páginas y te contaré que entre consultas del ambulatorio (ahora que aquí es verano la gente viene menos), iba leiendo un poquito más y me alegraba cuando no se presentaban a la cita concertada, tenía más rato para leer... También te contaré que me has hecho reir a carcajadas algunas veces, a reir en corto como decís vosotros muchísimas, que alguna lágrima se me ha derramado por las mejíllas otras y que se me han puesto los pelos de punta muchísimas otras...

Puede que fuera por tus vivencias y tu forma de contarlas, o puede porqué llevemos alguna proporción de sangre-cromosomas-ADN igual corriendo por las venas. Y eso me enorgullece. Te cuento esto porque gracias a tus ganas de conocer a parte de la familia que tenías en Catalunya i parte por el empeño y la ilusión que siempre ha tenido mi padre de hacer el árbol geneológico de los Esta/efanell, hemos podido conoceros y nos ha llegado a las manos este relato que seguramente no hubieramos disfrutado nunca.

Por último y como dices en una de tantas páginas emotivas de tu libro, tengo "la certeza que llegará el día de volver a abrazar a los míos, a los Esta/efanell reales...".

Muchos besos y recuerdos a los tuyos/nuestros...

Anna E

Laura

Marcelo, ¿cómo estás? (…) Tu libro me gustó muchísimo, de hecho le fui leyendo partes a mi esposo... Especialmente, como te decía, la carta en ocasión de la muerte de tu padre, y también la parte donde contabas cómo ibas domesticando a las palomas...

Me conmovió mucho la austeridad del relato, cómo eludís el sentimentalismo, aunque los temas que tratás bien podrían llevarte a caer en él. Me hizo acordar a algunos pasajes de "Las cartas que no llegaron" de Rosencof, donde las cosas se dicen de forma simple, directa, y sin embargo dotada de un valor poético muy fuerte.

Bueno, no te voy a atomizar con mis comentarios, pero quería decirte eso y, nuevamente, muchas gracias.

Un beso.

Laura

Palito

Marcelo.

Terminé tu libro ¡¡Qué hijo de puta!!! ¡¡¡Cómo me hiciste llorar!!!

Ahora entiendo más a Ana Inés.

Tuve un poco de miedo al principio y lo dejé descansar. Después, cuando me sentí más fuerte, lo agarré y lo terminé en dos sentadas.

También constato un hecho: son canas distintas. Me pasó cuando leí "Las manos en el fuego". Parece mentira que viviendo a tan pocos metros, tengamos vivencias tan diferentes. Pero es así. Y no sólo por la cana interior, que cada uno puede llevar a su manera. Las condiciones externas impuestas, hacían que existieran, cuando menos, penales distintos como pisos o regímenes. Una cosa sería el 2 A y otra el 2 B por supuesto.

(…) Pero también la vida social, el intercambio con los demás, los recreos, los cines, la vida política en fin, Todo tu libro es una maravilla y además, como si fuera poco, muy bien escrito, en mi opinión.

Bueno, te dejo por acá, pues tengo que trabajar, y gracias por todo Marcelo.

Un abrazo

Palito

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Querido primo,

Antonia y yo leímos tu libro y nos encantó. Nos enganchó desde la primera página, empiezas a leer y no puedes parar hasta acabarlo. No es únicamente por pensar que lo que cuentas son tus vivencias, sino también por tu capacidad para contar anécdotas muy humanas en un entorno duro y hostil que se intuye pero en el que no te recreas. Me imagino que no ha sido fácil encontrar el equilibrio, pero para los lectores, al menos para nosotros, lo has encontrado. Has sabido combinar momentos tristes y duros con otros muy emotivos en los que incluso aparece la sonrisa olvidando que estabas preso. Al final, también has sabido transmitir perfectamente la emoción que debías sentir por la pronta liberación con un relato de locura sin signos de puntuación. Si, además, conoces al autor la emoción de la lectura aumenta, si eso fuera posible. En resumen, muchas gracias por haberlo escrito y permitirnos conocerte un poco mejor.

Joana

Hola Marcelo,

Justo ahora acabo de terminar El hombre numerado. No he podido evitar escribirte para que sepas que no he podido desprenderme de él hasta acabarlo y que me ha encantado. Ha sido el libro que he leído con más cariño de los que llevo hasta ahora. Tus palabras me han emocionado enormemente a la vez que han sabido dibujarme una sonrisa en la cara.

Te agradezco de corazón que lo hayas escrito pues a cada página que pasaba tenia la sensación que te conocía un poco más, pero no sólo a ti sino también a los tuyos (o debería decir nuestros?). Tener noticias de primera mano de una familia que no conocí es una sensación muy hermosa que hasta ahora desconocía.

Admiro el valor que tuviste y te felicito por él, pues me cuesta tanto imaginarme en una situación tan difícil como la que viviste que me es imposible saber qué hubiera hecho yo. Me alegro mucho de que, aunque en una pequeñísima porción, llevemos la misma sangre.

Muchos recuerdos a la família y un abrazo enorme,

Joana.

Laura Canoura

Marcelo: me dio tu mail mi hermana Cris. Quería agradecerte la compañía, primero que nada. Hace ya unas cuantas semanas, uno de los domingos de familia en casa de mis viejos, les comenté que me estaba quedando sin nada para leer(en esta familia se comparten los libros con mucho esmero), y qué tenían para llevarme. Mi papá me recomendó calurosamente uno con título inteligente, tapa sugerente y autor conocido. A los pocos días, los veteranos se nos enfermaron mal…Mi papá internado con bronco espasmo y la vieja en lo de Cris, en cama con bronquitis aguda. Somos tres hermanas así que nos turnábamos de acuerdo a los horarios de cada una en no dejarlos solos ni un minuto.

Por eso tu libro se convirtió en la mejor de las compañías esos días de Sanatorio con el viejo respirando con mucha dificultad. Me hiciste viajar a una época que nos cuesta recordar y me hiciste conocer de cerca una parte que me faltaba. Aprendí un montón leyéndolo y entendí otro montón. Así que no es poco para un libro escrito, me imagino, desde el alma.

Te mando entonces un abrazo agradecido.

Laura Canoura

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Querida Cristina,

Gracias. Recien termine de leer el libro. Me parecio bellisimo. Creo que en dos ocasiones llore a moco tendido. Me maravilla la calidad humana de este tipo que a pesar del esfuerzo de deshumanizacion del regimen, puede elevarse por encima de todo, y desarrollarse mas como ser humano. Y más aun teniendo en cuenta que era un muchachito de 21 años.

Disfrute mucho con las palomas. Parece un dialogo boludo, pero no lo es. Si no hubiera estado preso, habria leido todos esos autores?

El saludo final a los autores, al principio me parecio como vanidoso, pero no, me di cuenta de que es muy genuino. Esos fueron sus compañeros, las experiencias de las otras vidas, de las vidas que pudo aprender, sufrir, gozar, reflexionar, etc.

Otra vez gracias.

Carlos

Marcelito:

te leí en tres horas. Fue un viaje corto e intenso al pasado. Por momentos me conmovió. Sobre el final, cuanto más personal se vuelve el libro, más me gustó.

De puro preso maniático, los nombres inventados me molestan. Algunos pude adivinar (El Negro Aurelio), pero en otros me queda la duda: ¿sería Macario o quién? ¿Y el de la radio no puede ser otro que el hombre de los 400 golpes? ¿Pero por qué no lo pone?

Gracias por escribirlo.

Te mando un abrazo grande, Carlos.

Andre

Querido Marcelo, terminé de leer tu libro. Cuando supe el tema del que se trataba debo confesarte que no me daba mucha ilusión leerlo.

No porque no me interesara esa parte de nuestra historia, o porque no haya tenido familiares o amigos afectados más directamente, tampoco porque no me interesa tu historia o las historias que pensé encontraría en el libro; sino porque reconozco que soy una persona que le escapa a lo triste (real o no), a la violencia, a todo lo relacionado con la muerte, con situaciones límites, etc, etc. Un poco será por egoísmo, por inmadurez, no lo sé bien.... Como mucho no me conocés no me doy mucha maña para contarte esto... no veo películas de violencia, de terror, de gente que sufre, no sé.... me cuesta mucho cuando voy por la calle mirar la carita de esos niños que están pidiendo o que están tirados con sus madres en las veredas..

Bueno, todo esto viene para explicarte el por qué no me daban ganas de leer el libro, quizás para no sufrir....

Es medio raro, pero es así, soy así....

Pero mamá, que me conoce bien, me dijo: leelo!!! vale la pena!!!!

Además no cuenta nada de si lo toturaban o no, de situaciones violentas, extremas, de eso... nada....Y bueno, lo empecé, lo seguí dia a día y lo terminé.

Decirte: me encantó!!! suena un poco feo, porque es horrible que a uno le haya "encantado" esos años de tu vida... o la de tus compañeros... Pero creo que sabrás entender cuando te dicen cosas positivas del libro, no?

Cada página que leía pensaba: cómo después de pasar todo esto "sobrevivió"? No tanto físico sino emocionalmente.... porque tantas veces conocemos historias de vida o situaciones que enloquecn, que deprimen, que entristecen el alma... y vos?? cómo hiciste? (sé que muchos de tus compañeros no pudieron "sobrevivir") También me preguntaba, este hombre no se debe pelear nunca con la esposa... con los hijos.... nunca nada lo debe poner de mal hunor... triste.... su vida debe ser una "fiesta" cada día, cero stress, cero rutina, porque después de todo lo que pasaste cada momento que te reconcés vivo debe ser mágico, no?Es como estar en una sintonía diferente a la de los demás Te diría varias cosas: LO SIENTO, GRACIAS, FELICITACIONES....

Y quizás, aunque parezca loco, un poco de envidia, por tener esa capacidad de LIBERACION y ESE AMOR A LA VIDA!!

Con mucho cariño

Andre

Miguel

Don Marcelo,

Leí tu libro de un tirón. Está muy bueno. Rescato en particular que no tenga un tono llorón, ese que está tan de moda hoy día y que se emparenta con el autoflagelamiento. El sábado 2 de junio debuto como columnista de El Observador. Escribiré cada 15 días, porque tengo poco tiempo y no me da para mucho más. Hablaré de amor, de literatura, de música y de niños. Trataré de evadirme de la política, pues me aburre. No descarto que alguna columna refiera a tu libro. Un abrazo y saludos a tu esposa,


Miguel

Graciela Tobías

Marcelo, acabo de finalizar tu libro. Desde que lo publicaste tenía muchas ganas de leerlo y Andrea por suerte pudo conseguirlo para el día de la madre.

Me gustó mucho y te diría que compartí momentos muy tiernos dentro de "ese lugar".

Gracias por haber escrito y mostrado esos "detalles" en forma tan clara y entrañable.

Con mucho cariño

Graciela Tobías.

Soledad López

Hola, Marcelo: inicio esta tarde de otoño, los preparativos para construir un largo y afectuoso puente a través de la distancia y geografía, (por motivos familiares vivo la mayor parte del año en Brasil) para cruzarlo a través de las palabras. Mucho me impresionó, tanto, que en muchos pasajes no pude contener las lágrimas, tu libro "El hombre numerado". Pienso que este hecho, tal vez no constituya para ti ninguna novedad, máxime si se tiene en cuenta todo el dolor ( y horror)que debiste sufrir en esos trece años de cautiverio, junto a tantos otros presos políticos. (…) A través de la conmovedora lectura de tu libro, donde por detrás de ese humor fino puedo detectar tu grandeza humana, tu honestidad y una entereza que a más de uno dará envidia, (de la sana y de la otra) adivino la tragedia diaria entre las húmedas y grises paredes de tu celda, la incesante lucha de ocupar la mente para no llegar a la locura y el gesto solidario de seres que en el dolor se agrandan, acercándose en actitud generosa a los demás. ¡Podría ennumerar tantos pasajes de ese libro! Pero recuerdo los momentos compartidos con las palomas, cuyos nombres eran de criaturas importantes, no solo en el mundo de la filosofía, sino en otras lides. Recuerdo también aquel momento en que te cambiaron de celda y, derribando tu propia incredulidad, Aristóteles descubrió donde estabas. Es como una alegoría: nada importa estar prisionero en un cubículo maloliente si tienes alas del otro lado de las rejas que te alientan a volar. Para suerte tuya y ahora la de tus incondicionales lectores, lograste sacar provecho de aquel infierno: ningún milico logró quebrar tu entereza, y esa es la más grande y generosa lección de vida que dejas para la posteridad.

Podría citarte las páginas donde narras el primer enchufe donde calentabas baldes y baldes de agua para el mate, el de cuando te sacaron para “casarte”, la escena del ortiba, ¡desgraciado!, y tantas otras en que volvemos a constatar, los que no estuvimos presos, que no existe castigo en este loco mundo, que haga pagar a los milicos torturadores y sus secuaces y a todos los mitriones de la tierra, su bestialidad inhumana y sus taras puestas de manifiesto en los más variados rictus del horror. Marcelo: han pasado ya varios años desde que saliste por el portón maldito de aquel penal llamado irónicamente Libertad. Habrás recibido muestras de cariño, amor, gratitud... yo qué sé. Pero cuando leí tu libro, pensé que como uruguaya y escritora, te debía algunas palabras afectuosas. Ellas no reflejan, aún así, todo lo que he sentido y siento, al haberte conocido a

través de tu libro. Recibe un hondo abrazo.

Soledad López

Anna Marsol

Primero de todo me presento, soy Anna Marsol y te escribo des de Catalunya, Nando me hizo llegar tu libro y después de leerlo en dos días y medio he sentido ganas de contarte un poco lo que me ha parecido y lo que me ha hecho sentir.

Me gustaría felicitarte, no soy una persona muy adicta a la lectura (eso si, estoy intentando cambiarlo…), y que me haya leído este libro en dos días y medio…buf! pocos autores lo han conseguido… uno de ellos eres vos así que bueno supongo esto ya te dará una idea de cómo me ha enganchado tu libro.

El libro me enganchó desde la primera página, desde que leí las 10 primeras líneas me sentí dentro de tu celda… claro, ni mucho menos sintiendo lo que vos, pero si con la sensación de estar allí viendo todo des de una perspectiva privilegiada.

Con las historias de tus experiencias he sentido nervios, tensión, tristeza, rabia, incomprensión, admiración… también me han hecho reír (como la del agua a 100º) y me han hecho llorar (desde el cuento en el que te vienen a informar de la muerte de tu padre hasta el momento de reencontrarte con la família… buf! lloré a cada momento!).

Supongo que lo tendrás en cuenta pero te lo quiero hacer notar igualmente, todo esto has logrado transmitirlo a una persona que tiene un total desconocimiento de la situación política y social de tu país por aquellos entonces. Algunas cosas me han costado un poco de seguir, pero esto no me ha impedido, o eso creo, sentir tu libro…y al mismo tiempo decirte que se me ha generado la “necesidad” de saber más sobre el tema como fue en el antes y el después… quién eran los tupamaros, como era su organización, como actuaban o en qué han quedado de todas aquellas convicciones… pero bueno… es cuestión de seguir leyendo, no?...

Después de haber leído el libro me quedo con la sensación de que la mayoría de las veces no valoramos lo que tenemos, y damos importancia a muchas cosas que en realidad no la tienen, y eso hace reflexionar…

(…) Espero te animes a seguir contando tus experiencias y cómo fue todo aquello. Siempre he creído que todo esto tiene que hacerse público y saberse, con lo bueno y con lo malo, para no volver a cometer los mismos errores, y no dejar que se llegue a situaciones como aquellas (por aquí también se vivieron momentos similares, y no hay que dejar que se repita!)

Finalmente unas palabras en català (creo que algo tenés de por aquí… el apellido Estefanell te delata!)

Enhorabona per aquest llibre!

Espero que no deixis d’escriure, t’animo a continuar!

Una abraçada!

GP

Tu libro me hizo reir, emocionar y pensar. qué más se le puede pedir a un libro? Felicitaciones y un abrazo.

Gabriel Pereira

Benja

Maritín querido :

Anoche , a medianoche , después de alienarme con la tele ( habia trabajado hasta las 21y 15 ) , le hinqué el diente a lo que me faltaba del libro y lo terminé. Me encantó realmente , aunque ya lo sabía por haber leído varios cuentos por mail . Pero igual es distinto hacerlo libro en mano, con el orden planificado para como bien dijiste , no abrumar al lector con la angustia y demás . Claro que ha de ser también variado que le conmueve más a cada uno. La verdad algunas cosas que escribís de papá me conmovieron , como lo definís :”hermosamente imperfecto” , y cuando decís del amor por su flia pero su defecto de incapacidad de demostrar afecto. (…)

FELICITACIONES por El Hombre Numerado. Besos

Benja

Silvia

Marcelo:

Hace mucho que estoy por escribirte para contarte que me gustó mucho tu libro y que lo leí de un tirón. En este momento da vueltas por la casa de unas amigas con las que formamos un club de lectoras. Espero que hayas tenido buenas repercusiones. Te oí en la radio un día. Besos.

Silvia

Arturo

Lo leí la semana del feriado de un saque, todavía estoy pensando que decirte porque es fuera de lo común dado que por momentos parece que fué algo que se podía bancar y por momentos se vislumbra la realidad; realmente si no te lo corrigieron y lo escribiste todo vos, sos un capo como escritor; lo conversé con un amigo anestesista muy crítico él y después de la primera parte me dijo que estabas pirado, que era un escapismo , pero luego de la segunda parte cambió de idea; en suma no es un libro cualquiera , ni es Papillón, no es resentimiento, y rescata muchas cosas, pero aún estoy pensando

un abrazo

Arturo

Margarita Heinzen

Querido Marito:

El viernes, cuando tuve que presentar la actividad no había terminado de leer el libro. Había leido sí los primeros relatos más alguno que me había mandado Raquel por mail anteriormente, y ayer, volviendo de Montevideo, en el COPAY me lo leí de un tirón. Te quería decir QUE-ME- EN-CAN-TÓ, sin exagerar nada. Realmente lograste un libro que es un producto en si mismo, mucho más que la suma de los relatos, en una muy buena combinación de frescura, humor, reflexión y emoción. En el ómnibus completamente a oscuras, sólo con la lucecita de mi asiento encendida, me hiciste llorar y reir en una pemanente evocación de ese "adentro" y mi "afuera", que decía el viernes.

No sé que más decirte, todavía estoy emocionada. Gracias.

Beso

Ing. Agr. Margarita Heinzen

Directora CUP

Isabel

Estimado Marcelo: antes que nada paso apresentarme, aunque hoy lo hicieron personalmente soy Isabel la hija de Alexandra.

En realidad la finalidad de este mail era una felicitación enorme, sin dudas, por la presentación de hoy pero principalmente por el libro.

Me gustaria darte una opinión de un público diferente, mas joven y por ello que vive en otra realidad. Nosotros, yo en lo personal no vivimos nada parecido a la experiencia de la dictadura, ninguna característica de ese duro regimen quedaba tras mi nacimiento pero a pesar de ello si he sabido anécdotas y cuentos que siempre eran los que reunían a gente de nuestra franja etárea alrededor de el "narrador" a quien escuchamos antentamente ya que esas historias nos atrapan mucho. ¿Porqué? por el sencillo echo de que justamente nos parecen historias ficticias y acostumbrados al uruguay de hoy nos parece mentira la cantidad de injusticias, de muertes y dolor que se vivió en aquel momento. Eso es lo que rescate personalmente de tu libro, fue la forma mas atrapante, fina y sencilla de conocer una realidad de otro tiempo a través de un testimonio optimista como el tuyo quien frente a tanta infamia buscaba en sus `luchas ideológicas´ enteder el porque de lo ocurrido sin ver siempre que la libertad le habia sido robada, y pudiendo encontrar la misma en cosas tan sencillas como las palomas... "no te olvides que lo bueno de la vida está en lo simple de las cosas".

No quiero aburrirte asi que la dejo por acá, te felicito por tu excelentisima producción literaria, fue un gusto compartir mis horas de lectora con un tan optimista y bien memoriado hombre numerado; gracias por ello.

Un placer conocerte mis cordiales y sinceros saludos...

Isabel

Jorge

Hola Marcelo te quería escribir hace días y anoche te ví en la tele así que ahora es cuando. Como te escribí después de leer el libro, tenés la gracia de contar algo trágico con muy buen ánimo y uno queda con buen humor en el mejor de los sentidos, en la tele igual. Te saludo.

Un abrazo, Jorge.

Silvia

Queridos amigos: hace unos cuantos días terminé de leer El hombre numerado. No quiero que transcurra más tiempo sin comunicarles que me pareció excelente. Marcelo: sos un muy buen escritor, la lectura me atrapó de tal modo que no dí "pelota" a nada ni a nadie hasta terminarlo. A su vez, quiero que sepan que me emocionó hasta los tuétanos y que no dejo de pensar en lo difícil que es comunicar las emociones y lo más profundo de la vida subjetiva con elegancia y sin concesiones.

Mi agradecimiento a Marcelo por su coraje para desnudarse y poner en limpio tantas cosas y a tí, Délie, por invitarnos a participar de la presentación.

Alcides está iniciando la lectura por eso hable en primera persona.

Un gran abrazo.

Silvia

Chichita

Querido Marcelo..

Esta desocupada lectora está encantada con tus cuentos. Podría decirte que estoy segura que podés escribir otro tanto más. Pero aquí estoy esperando por más entre Pinito, Fortunato, Jaime, Zafarrancho y otros.

Admiro antes que nada tu humor por sobre todo, y lo sé porque me ha tocado que con ello se salvan muchos momentos.

Es fantástico que hayas tomado ese pasaje de tu vida como " VIDA "sin borrarlo o arrinconarlo. Lo viviste y “ta”.

Chichita

La Rubia

Querido Marcelo,

Lei tu libro en cada momento de mi viaje desde la ciudad y hasta la ciudad me parecia estar sentada a tu lado escuchandote. Me hizo mucho bien leer la parte cuando te enteraste del fallecimiento de tu "Papo" me hizo llorar y lo necesitaba a pesar de seguir estando en estado de asombro con el fallecimiento de mama.

Volviendo al libro... que decilucion la de tu amigo... y la parte del Bebe que lo limpias me encanto que ternura. Y las palomas.... sabes que entre medio de los dos edificios donde trabajo bien donde estan unidos queda un lugar perfecto para ellas poner los huevos y siempre hay algun pichoncito y la gente que pasa para para mirarlos.

Gracias por tu compania en estos dias.

Besos

desde Nueva York, La Rubia

Angie

Marcelo: En estos momentos que mi visión de las cosas es un poco gris, leer y escuchar tus vivencias y que digas que en el peor de los infiernos, siempre encontraste una luz, hace que refuerce mi búsqueda de luces.

Queria transmitirte que escucharte y leerte (me devoré el libro), me conmovió y enriqueció mucho. Ví a un Marcelo diferente al que estoy acostumbrada y reafirmo que es un gustazo conocerte y tenerte en mi lista de personas queridas.

Beso grande

Angie

Sara

Me devoré "El hombre numerado" (…) Quería decirte que me atrapó la magia con que tu hermano cuenta sus 13 años de calvario. Comenté en casa que qué bien escrito está, cómo con la herramienta del humor minimiza tanta sordidez, cómo hasta te vienen ganas por un instante ir y sentir la opresión de los 7 mt2 de la celda 1, la del enchufe, (…) apoyar los dedos donde Aristóteles armó su nido y sus hijos no pudieron hacer eclosión. Tuve que leer dos veces la carta que te escribió a tí, afortunadamente rescatada, tanto me ardían los ojos.

Un beso, Sara

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Ayer me compré el libro. Y leí unos pedazos. salteados. Gran sorpresa. No se parece a nada que haya leído hasta ahora. Intento explicarte: hasta ahora conozco dos cosas.

El relato de hechos, humillaciones, aprietes, torturas, calaboceadas, con sesgo político (sobrevivimos para contarlo) y la versión del Ruso que le pone un humor medio negro pero no deja de traslucir o denunciar el drama.

Este no cuenta nada terrible, cuenta paradojas, disparates, muestra que aún ahí había una vida con su normalidad, cuenta diálogos que oyó, de tal manera que uno puede imaginarse la cotidianidad de esa vida. (…) La disciplina, la capacidad de resistencia, el trabajo espiritual con la soledad. El centro de todo era la media hora de recreo, el antes y el después, la comida, el libro... (…) Estefanell se ve que es un tipo con humor y de esos que encuentran anécdotas en la basura. El libro tiene una primera cosa buenísima que es que no intenta ser un documento, no intenta nada.

Cuenta. Y cuenta esas cosas que a cualquiera le gusta recordar y le gusta que le cuenten (…) Estefanell le agrega cosas de las que reirse. Lo que tiene este libro es que es el primero que uno podría regalar pensando en el que lector se pase un rato ameno y va a entender a la gente a la que le pasó eso de estar presa. (…)

A.N.

Querido Marcelo: No pude anoche dejar de leer tu libro hasta el final. Cuando recibí la invitación me la agendé con toda la intención de ir, pese a lo que me costaba, 21 años más tarde, acercarme a memorias de aquellos tiempos que me olían algo anacrónicas, siempre riesgosas. Te confieso que me daba cierta pereza esa evocación a esta altura de los acontecimientos.

Te confieso que no he leído demasiado de lo que se escribió sobre aquellos tiempos. Me impresionó vivamente Las manos en el fuego, pese a que expurga algunos temas, y tu libro me pareció, además de maravillosamente escrito, un reflejo muy fiel de muchas cosas vividas.

Anoche me llevaste muchos años atrás y disfruté y evoqué con cada línea. Pero no solo de esto quería hablarte. No se trata solamente del reflejo honesto de una etapa de nuestra historia sin facturas para el presente, sin una pizca de demagogia. Quedé deslumbrado literariamente. Y también convencido de que erraste el camino. No es el diseño gráfico, ni las redes, lo tuyo. Aprovechaste mucho más que yo (que lo hice) a Balzac, Faulkner, Joyce y Sthendal.

Por eso hoy, con sueño por el trasnoche, (…), con notas para entregar, no quiero dejar de devolverte algo a cambio de las maravillosas horas que ayer tuve con tu libro.

Un gran abrazo.

A.N.

El Ruso

246: devore tu libro, me removiste hasta las pelotas, muy bien escrito, directo, hay humor, emocion, testimonio.

Me has dado un alegron, botija. Con todo.

El Ruso.

Fotografías de las presentaciones de "El hombre numerado"

Presentación de El hombre numerado en el salón de actos
del Colegio de los Padres Conventuales.
Profesora Carmen Tornaría, el autor y Enrique Mrak
(izq. a der.) .


Marcelo Estefanell durante la presentación de El hombre numerado
en el salón de actos del Colegio de los Padres Conventuales


Presentación de El hombre numerado
en el salón de actos del Colegio de los Padres Conventuales.


El autor entregando el primer ejemplar dedicado a quien fuera su abogada
durante todo el período de prisión, la Doctora Lelia Cocito de Caridad.


Ministro de Trabajo Eduardo Bonomi y Marcelo Estefanell
durante la
presentación de El hombre numerado
en el salón de actos del Colegio de los Padres Conventuales.


Presentación de El hombre numerado en el salón de actos del
Colegio de los Padres Conventuales:
Walter Cortazzo; Yanina Olivera
(
Jefa de edición de France Press) y el autor (izq. a der.).


Presentación de El hombre numerado en la Casa de la Universidad
de Paysandú (13/04/07): Carlos Caillabet, el autor y Alejandra Cabrera (izq. a der).


Presentación de El hombre numerado en la Casa de la Universidad
de Paysandú (13/04/07): Marcelo Estefanell y Alejandra Cabrera.


Presentación de El hombre numerado en la Casa de la Universidad
de Paysandú (13/04/07): Carlos Caillabet y el autor.


Maria Elia Topolansky y Marcelo Estefanell durante la presentación
de El hombre numerado en la Casa de la Universidad
de Paysandú (13/04/07).


El autor con su esposa Délie Ribot y sus hijos Javier (izquierda) y Diego (derecha).

Gerardo Tagliaferro, Diario Crónicas Económicas, sección "las 40" (28/05/07)

Aramís, 246, Marcelo
Acto 1. Su nombre es Aramís. Entró en la organización a los dieciocho años y pronto su valor y destreza en la acción lo llevaron a puestos de responsabilidad. Con poco más de veinte años se ha tiroteado con la policía, ha visto morir compañeros y ha participado en atentados, como el que costó la vida a Armando Acosta y Lara. Aramís es uno de los pesados del Movimiento de Liberación Nacional, que pretende tomar el poder por las armas en Uruguay.
Acto 2. En el segundo piso del Penal de Libertad se agrupan los presos más peligrosos, a juicio de sus captores: los responsables de delitos de sangre. El número 246 se fuga permanentemente a través de la lectura y cuando vuelve provee de agua caliente a todo el celdario, porque es el poseedor del único enchufe del piso. Todos sus compañeros lo respetan y valoran, sobre todo después de su discurso frente al Supremo Tribunal Militar, una especie de mojada de oreja al enemigo en su propio territorio. Una pequeña victoria en medio de la inapelable derrota.
Acto 3. Marcelo Mario Nicolás Estefanell Galbiati -56 años, casado, dos hijos heredados - es el responsable de los sistemas informáticos del semanario Búsqueda. Ha publicado tres libros, Don Quijote a la cancha (2003), El retorno de Don Quijote -premiado con el Bartolomé Hidalgo en 2005- y El hombre numerado. No elude ningún tema, por urticante que sea. Parece estar en paz con su pasado y feliz con su presente, aunque ambos impresionan muy distantes. Habla como un liberal y piensa como un revolucionario.

Juan de Marsilio, Suplemento El País Cultural (22/07/07)

EN LA FOTO de solapa se ve un hombre calvo, barbudo, canoso, de lentes. Con sonrisa anchísima. Y no es para menos: festeja su mayoría de edad como hombre libre, tras ser preso político de 1972 al 1985
(…). Estas crónicas de la vida de Estefanell en el Penal de Libertad están impregnadas, hasta las más duras, de esa alegría de la libertad. Sin tratar de pasar ex guerrillero por león vegetariano, trasmiten una honda paz. (…) el odio no se asoma al libro (despreciar la traición o la crueldad no es lo mismo que odiar). (…) Elige, con acierto, contar la vida en el penal y no la tortura. Lejos de contribuir al olvido de tal crimen, al mostrarlo al sesgo, por las consecuencias físicas y psíquicas en sus compañeros, a quienes mira con tierna y viril fraternidad, lo condena de modo lapidario. El autor cuenta sólo lo que vivió o presenció directamente, lo que le da al libro un tono de rigor y veracidad. La prosa de Estefanell es clara y amena, funcional a lo que refiere. La emoción está presente siempre, pero sin desborde y con no pocos toques de humor inteligente, sin acidez.
(…) Este nuevo libro, escrito por quien tantos ha leído, es un acto de fe en la vida, la libertad y la palabra.

Gustavo Laborde, Diario Plan B (5/04/07)

Marcelo Estefanell se hizo un lugar en las letras uruguayas con dos libros de inspiración quijotesca: el ensayo Don Quijote a la cancha y la novela El retorno de don Quijote, Caballero de los Galgos. Ahora, saca El hombre numerado, un libro de memorias en el que relata anécdotas de sus casi 13 años de reclusión en el Penal de Libertad, donde estuvo detenido como consecuencia de su militancia en el Movimiento de Liberación Nacional, cuando tenía 20 años.
Con tono humorístico y una calidad literaria sutil, Estefanell no se detiene en los horrores de su reclusión. Por el contrario, prefiere contar lo que aprendió de las palomas, compartir sus reflexiones sobre los 1.600 libros que leyó y el relato de algunas anécdotas sencillamente desopilantes. “¿Es congruente gritar a los cuatro vientos que mientras exista la memoria la soledad es sólo un hecho físico?”, se pregunta. La respuesta es este libro tan hermoso como sabio.

Miguel Arregui, Diario El Observador (16/06/07)

(…) Estefanell permaneció 13 años en prisión, donde construyó un mundo de fantasía que lo mantuvo vivo y cuerdo. (…) Aquellas fuertes vivencias carcelarias, tamizadas por el tiempo, que suele mitigar la intensidad de las penas y pulir las opiniones, son narradas ahora en El hombre numerado. “No era inocente ni mucho menos -escribió-. Tenía 21 años y mucho miedo”.
El texto tiene algunas virtudes: está correctamente escrito, es ágil, transmite dramatismo y sabe jugar con el humor. En la cárcel también hay un tiempo para reír pues, en esencia, el sistema militar y los presos practican asiduamente el humor involuntario.
Pero tal vez la principal novedad de El hombre numerado sea su tenaz negativa a caer en la autoindulgencia, esa que es tan común en estostiempos que corren. Estefanell no suele sentir lástima por sí mismo, aunque pueda sentirla ocasionalmente por algún compañero, no se regodea con sus acciones y desgracias, ni pide que la sociedad uruguaya se duela por él y corra a confortarlo y resarcirlo.
Su libro no es un permanente intento de autojustificación, como lo son tantos otros que se han publicado sobre el Uruguay dogmático y violento de las décadas de 1960 y 1970. Por el contrario, tiene cierta lejanía y sentido crítico. (…) Habla de muchas penalidades, pero también de pequeños oasis inesperados que le recordaban que la vida valía la pena. (…)

Laura Gandolfo, Semanario Búsqueda (29/03/07)

(…) La risa y la sorna aparecen muchas veces como válvulas de escape a la situación carcelaria. Y se describen las luchas ideológicas internas que eran otra forma de tolerarla.
Aunque el humor recorre el libro, hay espacio también para episodios dramáticos o tristes. Sin embargo las situaciones más dolorosas son transmitidas de manera indirecta y sin recurrir al golpe bajo, se alude a la tortura, por ejemplo, sin regodearse en su descripción: “Se hizo un silencio sólido y espeso, tan contundente como un hachazo, fuente a su vez de malos recuerdos porque cada vez que se llevaban a algún compañero nuevamente a la tortura, la cárcel parecía refugiarse en un mutismo pétreo, incómodo y tenso”. (…)

Ana Inés Larre Borges, Semanario Brecha (6/0407).

(…) En algún lugar de este libro se dice de la necesidad de activar estrategias de supervivencia como la de, por ejemplo, sostener ante las jerarquías del penal una mirada neutra que no incurra en desafíos peligrosos pero preserve la dignidad: “la mirada de los presos”, la llama el autor. También el relato tiene una estrategia análoga para, sin faltar a la verdad, ser capaz de mantener a raya la queja, lo ominoso, incluso la política. Si explícitamente se avisa desde el prólogo que la tortura está excluida, a cada paso, y en asuntos menos evidentes y más sutiles, hay una lúcida conciencia que va pautando infinitas elecciones que son textuales, pero también éticas y psicológicas. (…). Esas decisiones van construyendo una versión controlada que aspira a rescatar el valor de la vida. Y lo consigue.
Y así recupera la dignidad arrebatada. La crónica de lo vivido desmiente algo que no sólo fue designio de los represores sino convencimiento de todos: que los años de cárcel son vida perdida, años, los mejores años robados. Contra esa dolida resignación los testimonios de los presos han ido construyendo una mirada alternativa que revalora la experiencia carcelaria. (…) Estefanell rescata la más tangible capacidad de felicidad que pudo existir una vez y otra en condiciones que la harían impensable, cuando la locura o la desesperación acechan a cada paso.

Juan Miguel Petit; introducción en “Asuntos Pendientes”, Radio El Espectador (23/04/07).

(…) “El hombre numerado”, un libro que ya va en la tercera edición y que, antes de que empecemos esta charla, me animo a decir que es un libro totalmente singular, novedoso, que presenta una mirada muy diferente de lo que hasta ahora habíamos conocido de lo que era la vida cotidiana en esa cárcel de Libertad, porque justamente muestra eso. Muestra la vida cotidiana y cómo aún en ese horror, que está muy descripto a través de historias de vida, de situaciones, el título del libro, no habían nombres eran números los que estaban allí. Pero también muestra como surge a veces el humor, el amor, la amistad, la deslealtad y toda la relación humana que se puede dar en una vida cotidiana bajo un mismo techo, aún en esas condiciones extremas. (…)

Enrique Mrak, (fragmento de su alocución en la presentación de la obra, Conventuales, 15/03/07)

(…) Leer EL HOMBRE NUMERADO es una experiencia intransferible para cada persona que siga las 199 páginas que lo conforman. Porque no es un libro categorizable en “relato de preso político uruguayo”. Es algo distinto, que aún no se había hecho y que estaba esperando salir a la luz.
Marcelo no se queja, Marcelo no se pone en héroe ni en ejemplo, Marcelo aprendió muy bien de su maestro Cervantes que las cosas más importantes y trágicas pueden ser dichas con ironía y hasta con humor. Un humor inteligente que ya se percibía en sus obras anteriores: “Don Quijote a la cancha” y “El retorno de Don Quijote, Caballero de los Galgos” (…) Marcelo en EL HOMBRE NUMERADO habla desde el hombre de bien que es. Habla desde ese código inquebrantable de fidelidades a si mismo y a lo que el creyó o dejó de creer o se autocriticó con una honestidad que asombra. (…)

Acerca de Marcelo Estefanell

Marcelo Estefanell nació en 1950 en Paysandú. Luego de tres años de estudios en la Facultad de Veterinaria de Montevideo, en 1972 fue detenido como consecuencia de su militancia en el Movimiento de Liberación Nacional, Tupamaros.
Su mayor refugio durante esos años fue la lectura. Leyó unos 1.600 títulos. Su gran pasión fue, desde entonces, El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha.Al ser liberado retomó sus estudios universitarios y comenzó a trabajar como diseñador gráfico. Se convirtió en experto en redes y comunicaciones. Desde enero de 1991 es editor gráfico, administrador de redes y jefe de Sistemas del semanario Búsqueda. Autor de Don Quijote a la cancha (2003) y El retorno de Don Quijote, Caballero de los Galgos (2005, premio Bartolomé Hidalgo).

jueves, 30 de agosto de 2007

El hombre numerado

Marcelo Estefanell estuvo casi 13 años recluido en el Penal de Libertad. El relato de su memoria carcelaria en formato de crónicas independientes se convierte, gracias a su estilo ágil, desenfadado y certero, en un viaje donde la luz, la alegría y la esperanza están presentes aun en los momentos más terribles. En primera persona, su existencia reclusa y reglamentada transcurre frente al lector como si fuera una película. El humor, ese sabio recurso, fue y es una herramienta fundamental para que la memoria de esos años tan oscuros se convierta en un canto a la vida.

domingo, 3 de junio de 2007

Hugo Acevedo, La República

El hombre numerado

En la terrible soledad de las implacables cárceles de la dictadura que asoló a nuestro Uruguay, el supremo desafío de supervivencia era conservar la cordura, condición indispensable para fortalecer el espíritu y restaurar la esperanza de emerger de la pesadilla.

En "El hombre numerado", el escritor uruguayo Marcelo Estefanell reconstruye su angustiosa peripecia vital en los opresivos calabozos del gobierno autoritario.
Mediante este extenso ejercicio de memoria, el autor recrea su claustrofóbica experiencia de reclusión, a través de numerosos relatos independientes, que discurren entre el testimonio y la vivencia personal.
Pese a que se trata de una obra eminentemente autobiográfica, abundan los personajes reales que compartieron la prisión con el protagonista.
El escritor reconstruye sus trece años de historia de confinamiento, mediante elocuentes imágenes que retratan diversos aspectos de la vida cotidiana en el inmenso campo de concentración del penal de Libertad.
Contrariamente a lo que ha sido habitual en la literatura que exhuma los tiempos más oscuros de nuestro pasado reciente, Marcelo Estefanell apela al humor para exorcizar los fantasmas del drama de la soledad que muta en angustia.
Aunque "El hombre numerado" es sin dudas una obra personal e intimista, el retrato de la realidad transmite sensaciones que, por su indudable universalidad, pueden ser adecuadamente interpretadas por el lector.
En este caso, los presos políticos, que en su gran mayoría eran naturalmente guerrilleros, son habitantes de un mundo paralelo, aislado y descontextualizado de la realidad.
Aunque el pasado suele colonizar recurrentemente el presente, en estos relatos el afuera es siempre un territorio ajeno a la cotidianidad de los presos, que soportan estoicamente las infrahumanas condiciones de encierro.
Ese segundo piso reservado únicamente a los reclusos que no gozan del privilegio de compartir una celda con un compañero de lucha, se transforma – a la sazón- en una suerte de metáfora del purgatorio.
Todo transcurre detrás de esos grises muros e inmensas torretas, desde las cuales, soldados armados a guerra, custodian el espacio y las dependencias carcelarias.
Allí, un frío número de registro borra la identidad de los presos, transformados en una desolada y desoladora multitud devastada por el dolor físico y emocional de la tortura y la humillación.
Las testas rapadas a cero y los monocromáticos uniformes completan el cuadro desgarrante de la aparente pérdida de humanidad. Sin embargo, debajo de esa superficie de desesperanza, subyace la solidaridad y la utopía del ansiado retorno a la vida plena.
Los barrotes son inexpugnables fronteras aislantes, que sólo la imaginación originada en una inveterada fortaleza espiritual puede traspasar.
Si bien por momentos es presentado en su más contundente crudeza, el calvario encuentra su cauce de humanidad en la mirada frecuentemente irónica de un autor de fina sensibilidad literaria.
Aun cuando las narraciones evocan diversas vivencias del escritor y hasta pueden ser leídas sin un orden predeterminado, igualmente se aprecia una suerte de cronología vertebral que va marcando el rumbo cardinal de la obra.
Esa relativa temporalidad coadyuva a la interpretación de algunos acontecimientos históricos, que suceden más allá del mero espacio físico del penal.
Sin embargo, en todos los casos, lo primordial es siempre la percepción que aporta Marcelo Estefanell en torno a lo que realmente está sucediendo.
El termómetro literario del autor registra las diferentes temperaturas del interior de la cárcel, las cuales siempre coinciden con cruciales acontecimientos que sucedieron en ese gran teatro de conflictos que otrora fue nuestro Uruguay.
Narrada en primera persona, la experiencia de prisión de Marcelo Estefanell, que llegó al penal de Libertad cuando tenía apenas 21 años de edad, transcurre ante los ojos del lector como si fuera una cinta cinematográfica.
El escritor posee un afinado poder de descripción, que le permite reconstruir las situaciones y personajes que otorgan vida a esas historias reales.
A diferencia de otras obras precedentes del género testimonial, el narrador no se limita sólo a la evocación de sus compañeros de suplicio. También otorga un particular protagonismo a varios de los carceleros, mediante una mirada sardónicamente despiadada.
Abundan también naturalmente las situaciones humorísticas, como la confusión que originó el traslado del propio Estefanell a la ciudad de Libertad, donde un juez de paz le aguardaba para casarlo.
Todo se debió naturalmente a un mal entendido, ya que los soldados se equivocaron de preso. El error fue corregido a tiempo, por lo cual el protagonista regresó soltero a la soledad de su celda.
La comparecencia de Marcelo Estefanell frente al tribunal militar que emitió sentencia en torno a su caso, propone también algunas aristas cargadas de humor e ironía.
El discurso del recluso, que en esa oportunidad reafirmó su compromiso con la guerrilla en un tono bastante desenfadado y cargado de guiños literarios, provocó la furia y el desconcierto del inefable Federico Silva Ledesma. En esa oportunidad, el inquisidor uniformado afirmó que el acusado era "irrecuperable".
No menos gracioso resulta el episodio de la encuesta realizada por un colaborador al protagonista, durante el denominado "Año de la Orientalidad". Algunas de las respuestas, por lo insólitas e imaginativas, corroboran el agudo sentido del humor que por entonces ya cultivaba Marcelo Estefanell.
Sin embargo, lo primordial son siempre las vivencias que el autor compartió con otros compañeros de lucha y de calvario, muchos de los cuales fueron referentes del MLN.
Uno de los relatos sin dudas más conmovedores es el que refiere al líder histórico tupamaro Raúl Sendic, quien convalecía de la grave herida padecida durante su captura.
La evocación del encuentro entre Estefanell y el entrañable "Bebe" nos permite corroborar la indudable valentía y entereza física y espiritual del emblemático combatiente.
Hay obviamente abundantes referencias a otras figuras del Movimiento de Liberación Nacional que fueron alojados en el establecimiento carcelario militar, en todos los casos bajo estrictas medidas de seguridad.
Aunque sólo esporádicamente menciona las terribles torturas y apremios físicos a los cuales eran sometidos los presos políticos, Marcelo Estafanell no soslaya referencias explícitas a la pesadilla de la locura que se apropió de varios reclusos, que fueron emocionalmente aniquilados por los carceleros.
Mediante una mirada que abarca inusuales facetas del calvario, el narrador recuerda la repercusión de cruciales episodios que sucedieron durante la dictadura, como los asesinados de Soca, la toma de nueve dirigentes tupamaros como rehenes por parte del gobierno autoritario, el martirologio de Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz, el plebiscito de 1980, el voto en blanco en las elecciones internas de 1982, el multitudinario acto del 1º de mayo de 1983 e incluso la final del mundialito de fútbol en la cual la selección celeste derrotó a la de Brasil.
Obviamente, la evocación del momento de la liberación y el regreso a los seres queridos luego de la prolongada ausencia, comporta otro de los episodios más impactantes y conmovedores.
En este libro autobiográfico, Marcelo Estefanell reinventa la historia reciente desde una mirada muy personal, que apunta a reconstruir su experiencia de reclusión y las de otros 2.872 presos políticos que permanecieron privados de su libertad durante la dictadura.
Aunque no soslaya obviamente los momentos más crudos de esa pesadilla de encierro, tortura, crueldad y barbarie, el autor prefiere abordar facetas no tan frecuentadas en el discurso testimonial.
En ese contexto, abunda en la minuciosa descripción de numerosos personajes con los cuales compartió el calvario, en una suerte de relevamiento de psicologías individuales y comportamientos colectivos.
También analiza las diversas estrategias de supervivencia a las cuales debió apelar en reclusión, con el propósito de conservar la cordura y la esperanza de emerger del infierno del encierro y la violencia de los implacables carceleros.
Marcelo Estefanell ensaya una elocuente reflexión sobre los límites de la tolerancia física y emocional, la resistencia a la prepotencia, la barbarie del autoritarismo liberticida y el compromiso ético de los presos políticos que, aún en condiciones infrahumanas, se mantuvieron fieles a sus más acendradas convicciones ideológicas."El hombre numerado" es una mixtura entre el relato novelado y el ensayo, que aporta un nuevo y esclarecedor testimonio sobre los tiempos más oscuros de nuestra historia reciente.
(Edición de Aguilar)