lunes, 10 de septiembre de 2007

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Ayer me compré el libro. Y leí unos pedazos. salteados. Gran sorpresa. No se parece a nada que haya leído hasta ahora. Intento explicarte: hasta ahora conozco dos cosas.

El relato de hechos, humillaciones, aprietes, torturas, calaboceadas, con sesgo político (sobrevivimos para contarlo) y la versión del Ruso que le pone un humor medio negro pero no deja de traslucir o denunciar el drama.

Este no cuenta nada terrible, cuenta paradojas, disparates, muestra que aún ahí había una vida con su normalidad, cuenta diálogos que oyó, de tal manera que uno puede imaginarse la cotidianidad de esa vida. (…) La disciplina, la capacidad de resistencia, el trabajo espiritual con la soledad. El centro de todo era la media hora de recreo, el antes y el después, la comida, el libro... (…) Estefanell se ve que es un tipo con humor y de esos que encuentran anécdotas en la basura. El libro tiene una primera cosa buenísima que es que no intenta ser un documento, no intenta nada.

Cuenta. Y cuenta esas cosas que a cualquiera le gusta recordar y le gusta que le cuenten (…) Estefanell le agrega cosas de las que reirse. Lo que tiene este libro es que es el primero que uno podría regalar pensando en el que lector se pase un rato ameno y va a entender a la gente a la que le pasó eso de estar presa. (…)

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