(…) Estefanell permaneció 13 años en prisión, donde construyó un mundo de fantasía que lo mantuvo vivo y cuerdo. (…) Aquellas fuertes vivencias carcelarias, tamizadas por el tiempo, que suele mitigar la intensidad de las penas y pulir las opiniones, son narradas ahora en El hombre numerado. “No era inocente ni mucho menos -escribió-. Tenía 21 años y mucho miedo”.
El texto tiene algunas virtudes: está correctamente escrito, es ágil, transmite dramatismo y sabe jugar con el humor. En la cárcel también hay un tiempo para reír pues, en esencia, el sistema militar y los presos practican asiduamente el humor involuntario.
Pero tal vez la principal novedad de El hombre numerado sea su tenaz negativa a caer en la autoindulgencia, esa que es tan común en estostiempos que corren. Estefanell no suele sentir lástima por sí mismo, aunque pueda sentirla ocasionalmente por algún compañero, no se regodea con sus acciones y desgracias, ni pide que la sociedad uruguaya se duela por él y corra a confortarlo y resarcirlo.
Su libro no es un permanente intento de autojustificación, como lo son tantos otros que se han publicado sobre el Uruguay dogmático y violento de las décadas de 1960 y 1970. Por el contrario, tiene cierta lejanía y sentido crítico. (…) Habla de muchas penalidades, pero también de pequeños oasis inesperados que le recordaban que la vida valía la pena. (…)
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